Una reflexión viva y sensible sobre la relación entre memoria y creación, a través del regreso a su país de Oscar Castro, un dramaturgo chileno exiliado.

Oscar Castro, cincuentón, es nombrado “Hijo Ilustre” de Colin, su pueblo natal. Al pie de la Cordillera de los Andes, en busca de vivos y muertos, anda tras sus propios pasos e invita a la ceremonia a los testigos de su increíble vida.

Tíos y tías, compañeros de prisión de los campos de Pinochet, el torturador Romo en persona, la puta Soledad, la Virgen María y un portero deben formar parte de la fiesta. Hasta el perro Augusto será invitado. Para la ocasión, los actores de la compañía de Oscar ensayan el espectáculo de cabaret que presentarán en Colin.